Origen y Fundación

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Génesis de Nuestra Congregación

La génesis de nuestra Congregación se remonta a la época de la Revolución Mexicana.

El 2 de noviembre de 1914 en Saltillo, Coahuila, tres jóvenes catequistas, padeciendo la realidad de un pueblo divido y una Iglesia perseguida, se consagraron a nuestra Señora de Guadalupe para vivir en comunidad en el servicio de los más pobres. En respuesta al Espíritu de Dios, nuestras fundadoras – Celia Acuña Rodríguez, Emilia Casillas Curiel, y Manuela Saucedo Sandoval – formaron una comunidad de votos simples, donde se fueron agregando más señoritas, que, viviendo de su trabajo personal en las fábricas locales, se dedicaron a la catequesis y misiones campesinas.   Al ver crecer la obra, el 23 de abril de 1922, hacen la petición al Obispo de Saltillo para recibir la aprobación eclesial como Guadalupanas del Espíritu Santo y dedicarse a la enseñanza de catecismo de niños/as, de mujeres obreras y, de manera secundaria, a la instrucción cívica en escuelas católicas.

En su búsqueda, se encuentran, el 16 de septiembre de 1923, con el P. Félix de Jesús Rougier.

Habiendo sido negada su petición, clausuran el Colegio del Espíritu Santo, escuela parroquial que administraban, y salen hacia la Ciudad de México con la esperanza de poder seguir trabajando en su Obra.  En su búsqueda, se encuentran, el 16 de septiembre de 1923, con el P. Félix de Jesús Rougier, sacerdote marista de origen francés, radicado en México para ayudar a fundar a los Misioneros del Espíritu Santo. Él acoge la Obra, les transmite su corazón Pneumatológico, la consolida con su profunda experiencia de Dios y anhelo misionero.  Es él, padre espiritual y fundador canónico, quien impulsa que nuestra familia religiosa llegue a su erección canónica con el nombre de Catequistas Guadalupanas del Espíritu Santo, el 15 de septiembre de 1930 en Morelia, Michoacán, México.

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Después del Segundo Concilio Vaticano, en capítulo especial, cambiamos nuestro nombre a Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo, expresando la síntesis de nuestras hermanas fundadoras con nuestro padre fundador; dicho nombre expresa nuestro carisma misionero que consiste en proclamar e inculturar el Evangelio en todas partes, al impulso del Espíritu de Dios, y en unión con María, mujer predestinada por Dios para contribuir con su Hijo a la salvación de la humanidad entera. A su vez, el Sumo Pontífice Pablo VI aprobó la existencia de nuestro Instituto con la promulgación de sus Constituciones el 11 de febrero de 1973. Nuestra Congregación es, un instituto religioso misionero de Derecho Pontificio.

Como miembros de la Iglesia, comprometidas en su misión, amamos y respetamos a todos los que forman el Pueblo de Dios, impulsando el liderazgo del laicado desde la vivencia del sacerdocio bautismal que compartimos.